A pesar de que Chomsky propone un modelo general de la estructura de las lenguas humanas, este modelo ha permitido desarrollar estudios muy pormenorizados de las propiedades formales de múltiples lenguas humanas, ha propiciado el surgimiento de una nueva lingüística comparada y ha sentado las bases para el estudio científico de la adquisición y desarrollo del lenguaje.
Aprender a hablar
En la primera mitad del siglo XX, la teoría conductista explicaba que los niños aprendían a hablar en un proceso de imitación, basado en el ensayo y error. Para Chomsky, en cambio, la mera respuesta a estímulos no explica la capacidad de los niños para crear oraciones del todo nuevas. La habilidad de producir un número infinito de estructuras (oraciones) a partir de un número finito de elementos (palabras) implica que el cerebro humano nace programado con las reglas de la gramática universal que subyace a todas las lenguas. Por lo tanto, la adquisición del lenguaje no depende únicamente de aprender e imitar lo que otros hablantes le enseñan al niño.
“El simple hecho de que cualquier hablante pueda construir expresiones que nunca ha dicho y entender otras que nunca ha oído no puede explicarse a través de la imitación”, explica Ignacio Bosque, catedrático de Lengua Española de la Universidad Complutense de Madrid, miembro de la Real Academia Española y nominador de la candidatura de Chomsky. “Los seres humanos poseemos una facultad del lenguaje articulada en principios lingüísticos de considerable complejidad, una especie de horma en la que cualquier lengua humana encaja. A lo largo de más de setenta años, Chomsky ha estudiado con sumo detalle la estructura de esa horma”.