Puede parecer que el post de hoy va dirigido a niños, pero no tiene porqué. Existen, en este mundo, cuatro palabras que, utilizadas correctamente y con la intención correcta, pueden abrirnos muchas puertas no solo en el trabajo, también en la vida: especialmente cuando necesitamos ayuda.
Quédate a descubrirlas…
“¿Puedes ayudarme, por favor?”
Ya no somos críos. Somos adultos: inteligentes, experimentados y sabios. Hemos conseguido cosas a lo largo de nuestra vida: nos hemos ganado nuestro lugar en el mundo.
Es por eso que, cuando pedimos ayuda, solemos acompañar estas palabras con excusas de por qué no podemos o no sabemos hacerlo. Nos da vergüenza pedir ayuda porque pensamos que nos van a tomar por unos inútiles. Y no es así. No eres menos que otra persona por no saber (o no poder) hacer algo.
Si voy a dar una clase o una conferencia importante y le pido a un amigo diseñador que me ayude con los aspectos visuales de mi presentación, ¿estoy realmente dándole a entender que no valgo para nada? ¿O simplemente le estoy pidiendo ayuda con un aspecto que no controlo, porque no soy perfecta, porque nadie es perfecto?
Cuando necesites ayuda (y da igual qué necesites y de quién) pídela con decisión, pero también educadamente, siempre con sinceridad y humildad. “¿Puedes ayudarme, por favor?”. Nadie, ni siquiera un extraño, te va a decir que no. Te dirán “claro”, “por supuesto” o te preguntarán qué necesitas.
¿Por qué las personas no nos negamos con esto?
Estamos ante una pregunta o petición que apela a nuestra necesidad de ayudar a los demás.
Cuando lo hagas, no intentes proteger tu ego, como he dicho. No eres ni más ni menos que nadie por necesitar ayuda de otra persona. Di claramente qué te ocurre y la consecuencia de lo que te pasa. “Soy malísima diseñando PowerPoints y mi presentación me parece poco visual”. O “tengo que enviar este pedido antes de las 13 horas y no tengo ni idea de cómo se hace”. ¿Por qué pensamos que ser honestos nos va a hacer quedar mal? ¡Todo lo contrario!
¿Qué vamos a conseguir actuando de esta manera? La persona a la que pedimos ayuda:
- Se siente respetada. Indirectamente le estás queriendo decir que sabe hacer algo que tú no o que tiene más experiencia que tú en alguna cosa que necesitas. Le estás diciendo “te respeto”.
- Recibe confianza por tu parte. Le estás diciendo “confío en ti”, y eso es algo que cualquier persona valora muchísimo.
- Se da cuenta de que estás dispuesto a escucharle/la. Le estás diciendo qué necesitas, y no cómo, lo que le está dando bastante libertad como profesional (o como persona que sabe más que tú de X tema) para solucionarte lo que necesitas como él/ella considere oportuno. Es como estar diciéndole “no necesito que me digas lo que quiero oír, quiero que me digas de verdad lo que crees que debería hacer”.
De esta manera estaremos consiguiendo la ayuda que queremos, pero también aquella que realmente necesitamos.
Y no se te ocurra pensar que por pedir ayuda estás molestando a los demás. De esta manera, no solo les estás haciendo sentir bien por todas las razones que te he comentado, sino que, además, estás dejando abiertas las puertas a esa persona para que, en el futuro, te pidan ayuda a ti.
Por cierto, hay otras dos palabras que no puedes obviar cuando ya te han ayudado o, al menos, lo han intentado. ¿Sabes cuáles son?
“Muchas gracias”
Y es entonces cuando todos ganamos, que es como debería ser siempre.
Fuente: The Best Self Help Technique You Aren’t Using
Foto: Alper Çuğun
