Su gran historia se encuentra en 2 Samuel 9 y es una de las historias que me lleva una y otra vez a chocar con mi realidad.
Mefiboset fue un niño víctima de las circunstancias, cuando tenía aproximadamente 5 años su padre Jonatán y su abuelo Saul (Rey de Israel) murieron en la guerra y como era costumbre en esa época, el nuevo monarca mataba toda la familia del antiguo para colocarse en el trono con su familia y evitar que en el futuro alguien se levantara a reclamar el trono.
Cuando la criada que cuidaba a Mefiboset se enteró de que su rey había muerto, lo tomó y salió corriendo con él en los brazos para proteger su vida, pero en el camino se le cayó y esto le costó a Mefiboset sus piernas. Quedó paralítico.
Esto marcó tanto su vida que llegó a vivir oculto gran parte de ella, sintiendo que no tenía el más mínimo valor, además ¿quién era él sino el nieto de un difunto rey?
Una vez en el trono el Rey David, mandó a llamar a Mefiboset y él contestó:
Entonces David mandó a buscarlo y lo sacó de la casa de Maquir. Su nombre era Mefiboset; era hijo de Jonatán y nieto de Saúl. Cuando se presentó ante David, se postró hasta el suelo con profundo respeto.
David dijo: — ¡Saludos, Mefiboset!
Mefiboset respondió: — Yo soy su siervo.
— ¡No tengas miedo! — le dijo David — , mi intención es mostrarte mi bondad por lo que le prometí a tu padre, Jonatán. Te daré todas las propiedades que pertenecían a tu abuelo Saúl, y comerás aquí conmigo, a la mesa del rey.
Mefiboset se inclinó respetuosamente y exclamó: — ¿Quién es su siervo para que le muestre tal bondad a un perro muerto como yo?
2 Samuel 9: 5–8
Mefiboset estaba esperando la muerte en primer lugar, ¿qué merecía él? Nada. Morir por ser enemigo de David.
A su propio criterio él no tenía mas valor que el de un perro muerto y tirado en algún lugar donde no le estorbara a nadie, probablemente sentía que olía igual o peor que el perro en descomposición.
Mefiboset no esperaba bondad ni compasión, él estaba esperando lo peor y no tenía esperanza alguna en que el rey elegido pudiera ver un futuro en él.
Un Síndrome en el área médica es un conjunto de manifestaciones o síntomas (mínimo 3)que se presentan en el desarrollo de una enfermedad característica. Aquí yo veo 3:
Desesperanza, complejo de inferioridad y desprecio
Mefiboset estaba seguramente lleno de complejos, no podía ir a ningún lugar por sí solo, dependía completamente de alguien más que le ayudara a transportarse, no tenía esperanza en que su vida mejorara más bien vivía esperando el día para toparse con la muerte, creía que había nacido para lo peor.
Esta historia me ha llevado a chocar con pared una y otra vez por la siguiente razón: en esta historia David es Jesús y yo soy Mefiboset.
Yo por mucho tiempo cargué el Síndrome Mefiboset. Desesperanza, complejos de inferioridad y desprecio era lo único que se movía en mi corazón.
Sí, yo no fui el causante de todo, yo solo fui víctima de algunas circunstancias en la vida que me llevaron a desenfocarme totalmente de mi Rey, salí corriendo y el herido fui yo.
David llena mi corazón alegría y esperanza, aquí el abrió las puertas de Mefiboset a lo que él tanto había negado y lo más sorprendente es:
“Comerás aquí conmigo, a la mesa del rey”
Sabés Jesús te está llamando, yo por mucho tiempo sentí que no merecía nada, sentí que no tenía un propósito en mi vida y que nunca iba a lograr grandes cosas, y sé que tenía un poco de razón en pensar así, no soy yo al fin y al cabo es Jesús quien me llamó y es por su gracia que tengo una nueva identidad a la mesa del Rey.
Así como Mefiboset sentándose a la mesa del rey día a día recuperó su identidad (al fin y al cabo, tenía sangre real) nosotros tenemos una invitación de parte de Jesús de sentarnos con él día a día a aprender y disfrutar de lo mejor.
David mandó a llamar a Mefiboset porque sabía que él por cuenta propia no iba a llegar hasta él, sabía que tenía que volver a invertir en él para que recuperara su identidad y más importante, sabía que tenía amarlo, mostrarle gracia y misericordia, aún sabiendo que él podía fallarle.
Así es Jesús con nosotros, él nos mandó a llamar porque sabía que ninguno de nosotros por cuenta propia íbamos a caminar hasta él.
No me escogieron ustedes a mí, sino que yo los escogí a ustedes…
Juan 15:16
Una vez delante de él, cuando nosotros estamos humillados y nos sentimos expuestos nos dice, tranquilos
Yo he venido a salvar al mundo y no ha juzgarlo …
Juan 12:47
Y sin duda alguna lo que más me ha marcado
Y comerás aquí conmigo, a la mesa del Rey…
Sé que Mefiboset fue diferente después de escuchar eso y como no si pasó de sentir ser nadie a ser alguien importante y con un lugar privilegiado en el reino, tuvo que aprender grandes cosas durante el camino y no llegó el primer día sabiendo qué significaba estar a la mesa del Rey, pero llegó.
Así soy yo, eso me cambió la vida, saber que puedo y que estoy sentado a la mesa del Rey por privilegio, gracia y misericordia que me ha alcanzado. Estar aquí me ha dado identidad y me ha llenado de seguridad y valor. He aprendido durante el proceso y lo sigo haciendo…
Así como Mefiboset yo he pasado de la desesperanza, del complejo de inferiodidad y del desprecio, a ser recibido por el Rey y lleno de identidad, seguridad, amor, gracia, misericordia y valor.
Así como él, me levanto cada día y repito:
“Tengo un lugar en la mesa, tengo valor para el Rey”
