La modularidad es la capacidad que tiene un sistema de ser estudiado, visto o entendido como la unión de varias partes que interactúan entre sí y que trabajan para alcanzar un objetivo común, realizando cada una de ellas una tarea necesaria para la consecución de dicho objetivo. Cada una de esas partes en que se encuentre dividido el sistema recibe el nombre de módulo. Idealmente un módulo debe poder cumplir las condiciones de caja negra, es decir, ser independiente del resto de los módulos y comunicarse con ellos (con todos o sólo con una parte) a través de unas entradas y salidas bien definidas.
Modularidad en Ciencias de la Computación
Modularidad en Ciencias de la computación es la característica por la cual un programa de ordenador está compuesto de partes separadas a las que llamamos módulos. El diseño estructurado es la técnica de diseño de algoritmos en que se basa la programación modular, paradigma de programación que persigue desarrollar programas modulares.
Modularidad en Biología
En biología, la modularidad es una propiedad de los organismos (y de sus partes) por la cual estos pueden descomponerse en módulos. Los módulos son unidades coherentes que a su vez forman parte de unidades más amplias: las células son parte de los tejidos, que a su vez son partes de los órganos, que a su vez son partes de los organismos. La modularidad aparece también en el desarrollo; son módulos los campos morfogenéticos, los patrones de desarrollo, los discos imaginales, los linajes celulares o los parasegmentos de los insectos. La modularidad permite que ciertas partes del cuerpo cambien sin interferir con las funciones de otras partes, una capacidad fundamental para explicar la evolución biológica.[1]
Referencias
- ↑
Gilbert (2000) Developmental biology, 6th ed.