Francisco se despierta temprano, sale volado de su casa para la oficina y generalmente pasa sin probar bocado hasta el almuerzo. Casi a diario se queja de fatiga, dolor de cabeza e inflamación estomacal. Johanna acostumbra comer un pedazo de papaya, y a la hora toma té y come pan con diversos tipos de quesos. A menudo, manifiesta tener malestares digestivos durante la mañana. Natalie siempre se levanta sobre el tiempo para coger el bus escolar y a veces alcanza a comer unos pedazos de fruta, unos cuantos mordiscos de pan con queso crema y media taza de té. Además de su bajo peso, ella dice sentir cansancio y falta de concentración para hacer las tareas.
Los tres son ejemplos de malos hábitos alimenticios en el desayuno. Por ser el primer alimento del día es esencial para despertar el cuerpo y prepararlo para comenzar la jornada, y para ello se requiere de una cantidad adecuada de calorías, vitaminas, minerales y líquidos.
Según el endocrinólogo Eric Hernández, el balance calórico de cualquier comida debe estar repartido en 55% de carbohidratos, 30% de grasas y 15% de proteínas, además de los alimentos que son fuente de vitaminas, oligoelementos y agua.
La mayoría de personas come tres veces al día y la tendencia es a comer dos: desayuno y almuerzo. Por eso, dado que el consumo más grande de calorías ocurre, generalmente, en la mañana, el desayuno es fundamental, mucho más si se tiene en cuenta que el cuerpo viene de al menos siete horas de ayuno, correspondientes al periodo de sueño (pese a estar en reposo, el cuerpo también gasta energía). Sin embargo, "lo ideal es que la distribución nutricional del día se haga en cinco comidas, y de ellas, el 25% se debe consumir en el desayuno", explica la nutricionista Consuelo Pardo, quien advierte que de no hacerlo así, una persona se expone a sufrir desórdenes digestivos.
Principios ineludibles
Omitir el desayuno, consumir siempre lo mismo o comer poco, rápido o desordenadamente son errores frecuentes del desayuno. Para los especialistas, esta comida debe cumplir principios básicos: que sea variable, que no se caiga en una rutina diaria de alimentos.
"El metabolismo es una fábrica con variedad de divisiones y uno es el dueño. Si la actividad de esa fábrica se reduce a un mínimo nivel, el personal se acostumbra, pierde dinamismo, se atrofia. Es un error acostumbrar al organismo a mantener un mismo ritmo porque hace menos esfuerzo, los factores de enfermedad se acostumbran a eso y penetran más fácilmente. Donde hay una rutina, entran más fácil virus y bacterias dañinas", explica Edouard Li, médico bioenergético, especialista en alimentación.
El segundo es que sea adecuado a la edad: el organismo de un niño, un adolescente, un adulto y un viejo es distinto en desarrollo y necesidades. Así mismo, las porciones varían con respecto a los años. El tercero es que sea balanceado, que contenga una parte proteínica fuerte (huevo, leche, carnes, queso), un cereal (arepa, pan, cereales, galletas, envueltos), vitaminas y minerales (frutas y vegetales, entre otros) y líquidos (jugos, café, chocolate, té).
"Biológicamente, el sistema digestivo humano heredó las cualidades de los animales herbívoros y carnívoros y por eso, la dieta debe incluir ambos tipos de alimentos. Además, nuestra civilización dejó otras huellas, como que tres cuartas partes de la comida es cocida, y eso debe aplicarse al desayuno", agrega Li, para quien seguir esa regla es importante ya que en la mañana órganos como el estómago están en su máxima actividad, entre las 7 y las 9 a.m. que es cuando se secretan más jugos gástricos y saliva.
Por su parte, Hernández recomienda que en vez de jugo, la gente coma fruta fresca para aprovechar la fibra, la cual facilita la digestión, ayuda a que el organismo no absorba tanto azúcar y permite controlar el peso.
Edouard Li, médico bioenergético, recomienda:
- Después del desayuno, la persona no debe sentir pesadez ni otro tipo de molestia estomacal.
- El desayuno no debe causar somnolencia.
- Luego de desayunar, la persona debe sentir que su fuerza aumenta.
- El desayuno debe terminar con ganas de comer un poco más. No se trata de sentir hambre.
- El horario para desayunar también debe ser variable, lo que no implica una gran diferencia, puede ser de 5, 10, 15, 20 o 30 minutos.
- No comer el mismo desayuno durante más de una semana.
- A mediano plazo, el desayuno no debe provocar aumento de peso.
- A largo plazo, no debe acelerar el envejecimiento. Un desayuno inadecuado es el segundo factor de aceleración de la vejez, luego del consumo de agua de mala calidad.
- Los complejos vitamínicos prefabricados sólo se podrían consumir en situaciones especiales como una gripa, un viaje, un periodo de mucha actividad, estrés o un embarazo, pero no constantemente como hacen muchas personas.
