“Lo único que hay peor que estar ciego es tener la vista, pero no la visión.” ~ Helen Keller
Uno de los principales malos hábitos en el campo de la productividad personal es la asignación subjetiva de prioridades a nuestras tareas y proyectos de cada día; problema que venimos arrastrando desde los sistemas más tradicionales de gestión.
Esos numeritos o letras que pones al lado de cada tarea (si todavía lo haces) normalmente te empujan a vivir muy ocupado haciendo cosas que son urgentes, pero rara vez importantes. La Matriz de Gestión del Tiempo explica muy bien la diferencia entre urgencia e importancia.
Para poder decidir qué es importante y qué no, primero necesitas pararte a reflexionar sobre qué quieres ser y cómo crees que puedes llegar a serlo. Por eso, otras metodologías más modernas de productividad personal te animan a que pienses en conceptos más elevados, tales como tu propósito de vida o tu visión. En concreto, GTD llama perspectiva a este enfoque vertical y habla de establecer 6 niveles de perspectiva, sobre los que deberían asentarse tus prioridades.
La visión es uno de los conceptos que habitualmente menos se entiende en este plano. Aunque es un concepto muy utilizado a la hora de crear empresas y organizaciones, no es muy habitual utilizarlo en el ámbito personal. Así que voy a tratar de arrojar algo de luz.
¿Qué es una declaración de visión?
Es un texto que da una idea general de dónde quieres estar dentro de unos años. No se trata de un lugar físico, sino de la situación en la que te gustaría verte en el futuro. Es también una forma de comunicar tu propósito de vida y tus valores.
¿A qué preguntas responde?
¿Dónde quiero estar el en futuro? ¿Cuándo quiero llegar a ese escenario? ¿Cómo quiero hacerlo? Este cómo no se refiere a las estrategias que utilizarás para alcanzar tu visión a partir de hoy (éstas vendrán definidas por objetivos y proyectos más concretos), sino a los valores sobre los que se asienta.
¿Cómo debe ser?
La declaración debe ser muy clara, sin ambigüedades. Debe describir el futuro deseado, de una manera atractiva y memorable. Debe mostrar aspiraciones realistas, alcanzables, y alineadas con tu propósito de vida y tus valores.
Para que sea clara y breve a la vez, las palabras deben ser elegidas cuidadosamente. No debe ser tan genérica que no indique dirección (“tener éxito”) y ni tan específica que ya no sea aplicable dentro de unos años (“vivir en Nueva York”).
Si tu visión abarca ámbitos sin aparente relación (por ejemplo, la situación personal y profesional), puedes utilizar dos o más declaraciones para describirla.
¿Para qué sirve?
Es, principalmente, una fuente de inspiración. Independientemente de que te interese tu propia productividad o no, y de que utilices GTD o cualquier otro método de organización personal, definir una visión de ti mismo dentro de unos años es un ejercicio que te ayudará a entenderte y a dar lo mejor de ti.
Además, tener clara tu visión te ayudará a tomar decisiones, identificar soluciones y afrontar cuestiones críticas, como por qué debes llevar a cabo un determinado proyecto. Inconscientemente, esa imagen te llevará a establecer las metas necesarias para convertirla en realidad.
