Capítulo XXV. Sublevación indígena y rebelión criolla: epílogo y conclusiones (2024)

1Los hechos acaecidos en Oruro durante 1781, cuyas causas se remontan a los años anteriores y cuyas consecuencias se plasmaron en los años posteriores, motivan diferentes reflexiones en torno a los objetivos de los rebeldes aymaras y quechuas, a los objetivos de los rebeldes criollos, a las causas de la alianza entre ambos sectores y las causas que llevaron a la ruptura.

2Las principales fuentes para el estudio de esos objetivos son los hechos y acciones de los sublevados, sus proclamas y las declaraciones de los prisioneros. Esta última fuente es la menos fiable por el carácter mismo de la declaración de alguien que está bajo presiones.

3La sublevación, a medida que pasaba el tiempo y se agudizaba la represión, fue ampliando, aclarando y radicalizando sus objetivos. Por otra parte, no todos los sublevados tenían la misma conciencia de sus fines últimos; muchos los confundían con sus intereses inmediatos o se contentaban con ellos. Estos dos factores dificultan la sistematización del presente estudio. Sin embargo, en cualquier caso, el punto de partida es el mismo: acabar con la situación económico-social de explotación que sufría el indígena-campesino durante la colonia.

  • 1 Túpac Amaru a los criollos. Tungasuca, 21 de febrero de 1781. Existen varias copias, una de ellas (...)

4La consigna de Túpac Amaru: «Cortar el mal gobierno, de tanto ladrón que nos roba la miel de nuestros panales»1, se propagó por toda el área sublevada y resumía metafóricamente el sentido de la revolución.

5El campesino indígena estaba sometido a dos formas de explotación: era mano de obra obligada para la minería (mita) y la manufactura (obrajes); estaba obligado a entregar la mayor parte de su excedente al Estado y a la Iglesia, a través del tributo indígena y los diezmos. Tanto la mita como el tributo fueron institucionalizados por el Virrey Toledo en la segunda mitad del siglo xvi, o sea que en el siglo xviii, a pesar de los abusos y de las consiguientes protestas, eran instituciones consolidadas y, por tanto, el campesino estaba, en cierta medida, adaptado a ellas. Existía un equilibrio económico entre los intereses estatales y la economía campesina de autosubsistencia.

  • 2 Gölte, Jurgen: Repartos y rebeliones, págs. 13 y ss.

6Este equilibrio fue roto en el siglo xviii, como bien anota Golte2, como consecuencia de la instauración del sistema de los repartimientos mercantiles. La mita, el tributo, la economía de autosubsistencia eran fuertes limitaciones para la actividad privada, especialmente para la expansión de la burguesía comercial. No existía libre disponibilidad de la mano de obra y, por otro lado, el campesino no estaba incorporado a la economía de consumo, sobre todo en lo que se refiere a productos de ultramar.

7El sistema de repartir obligatoriamente mercancías al indígena rompió esas limitaciones. Aseguraba a la burguesía comercial limeña la venta de un buen número de productos y obligaba al indígena a vender su fuerza de trabajo para poder cancelar las deudas originadas por el reparto.

8Esta introducción del temprano capitalismo a la sociedad andina rompió el equilibrio económico y empeoró terriblemente la situación de explotación del indígena. Por ello, si bien los sublevados planteaban como objetivo central terminar con todas las pensiones a las que estaban sometidos, de éstas ponían especial hincapié en el reparto.

9La gran mayoría de las sublevaciones locales previas a la sublevación general tenían como exclusiva finalidad liquidar el reparto mercantil. El campesinado indígena utilizó también, como recurso de reclamo, la demanda ante los tribunales. Fuera por la vía legal o de los hechos, el denominador común era que ya no podían soportar esta carga económica.

  • 3 Por ejemplo, en la carta al Cabildo de Cuzco de 3 de enero de 1781.

10En la sublevación general de 1780-1781, la abolición del reparto fue un objetivo central de los revolucionarios. El propio Túpac Amaru, al explicar las razones de su rebelión y de sus objetivos, afirmó una y otra vez: «¡Que cesen los repartimientos!»3.

11Es indudable que el reparto mercantil fue el principal punto de partida para la rebelión, pero su abolición no fue el único objetivo de los rebeldes. Al tiempo que la sublevación crecía, la lucha contra la explotación se generalizó a todo género de pensiones y gravámenes a que los campesinos estaban sometidos, a la liquidación de todas las obligaciones. Dámaso Catari, uno de los líderes principales de la revolución de Chayanta, preso y sometido a interrogatorio, resumió así esta posición:

  • 4 Citado por Boleslao Lewin: La rebelión de Túpac Amaru y los orígenes de la emancipación americana. (...)

«Con la llegada de Túpac Amaru, esperaban redimirse de tasas, gabelas, repartos, diezmos y primicias y vivir sin los cuidados que les acarrean estas contribuciones...»4.

12Respecto al tributo, no se dieron posiciones uniformes; inclusive cuando las fuerzas túpacamaristas tomaban poblaciones, suprimían todo género de pensiones, menos el tributo. En cambio, en Oruro la supresión del tributo fue asunto primordial.

13Los revolucionarios indígenas de 1781 no solamente plantearon la supresión de las obligaciones a las que estaban sometidos, sino que algunos sectores radicalizados incorporaron la necesidad de acabar con los propietarios de tierras, así como de minas y que unas y otras pasaran a propiedad de las comunidades.

  • 5 Huertas, Lorenzo: «El movimiento de Túpac Amaru en Ayacucho», publicado en Túpac Amaru II-1780. Co (...)

14La apropiación de tierras de hacendados, como objetivo central, se dio sobre todo en aquellas regiones donde las tierras de comunidad colindaban con grandes haciendas que habían extendido poco a poco sus dominios y en las que, para cumplir con todas las recargadas obligaciones, los campesinos vendían su fuerza de trabajo. Tal fue el caso de Ayacucho, por ejemplo5.

  • 6 Szeminsky, Jan: «La insurrección de Túpac Amaru III». Ibídem.

15Respecto a las aspiraciones de tierra, hay que distinguir, como hace Jan Szeminsky, entre las aspiraciones de los yanaconas y las de los comunitarios6. Los yanaconas no tenían tierras, por lo tanto su objetivo era poseerlas; las comunidades ya poseían tierras y lo que querían era aumentarlas. Por eso, en Oruro, por ejemplo, los yanaconas fueron mucho más radicales que los comunitarios.

  • 7 Ver nota 4.

16Damaso Catari, el líder de Chayanta, afirmó en su confesión que era un fin primordial que ¡os indios fuesen «hechos dueños de sus tierras y de los frutos que producen, con tranquilidad y sosiego»7.

  • 8 Medinaceli, Ximena; Muñoz, Ma Eugenia y Cajías, Magdalena: «La Revolución de Chayanta». Trabajo in (...)

17Con el desarrollo de los acontecimientos, en el sector de Chayanta se presentaron varios tumultos, directamente vinculados con la recuperación de tierras. Por ejemplo, el dirigido contra el hacendado Argote a quien, además de ocuparle la hacienda, lo mataron y quitaron los títulos de propiedad8.

18Con el propósito de acabar con el sometimiento económico que padecían, los revolucionarios identificaron un objetivo inmediato para lograr sus propósitos. Ese objetivo era el intermediario, encargado de cobrar el reparto y el tributo y el que, en definitiva, se encargaba de hacer cumplir todas sus obligaciones: el corregidor y sus colaboradores inmediatos, es decir, caciques y gobernadores. Sólo después de la intensa lucha revolucionaria, el objetivo se amplió en el sentido de liquidar todo el sistema político colonial. En todas las sublevaciones locales anteriores y al comienzo de la sublevación general, el objetivo político número uno fue acabar con los corregidores y con las autoridades indígenas que colaboraban con ellos.

19Como bien afirma Jurgen Gölte, el corregidor era la piedra angular sobre la que descansaba el nuevo sistema económico del reparto y, por otra parte, el más cercano defensor de los intereses fiscales de la Corona. Para ello tenía un enorme poder conferido por el Rey. Además, es importante recalcar que siendo el corregidor un funcionario público, mostró generalmente gran interés por obtener ganancias, de tal manera que su política estaba orientada al mejor aprovechamiento de sus cinco años de gobierno y como para comprar el cargo, obtener las mercancías y trasladarse desde España se llenaba frecuentemente de deudas, actuaba luego a la desesperada y expoliaba a los indígenas.

  • 9 Ver nota 3.

20De ahí que, en muchas de las sublevaciones previas a la de carácter general, el objetivo principal fuera la muerte del corregidor o su agente. La sublevación dé Túpac Amaru se inició con el ajusticiamiento del corregidor de Tinta. El máximo dirigente indígena manifestó en más de una ocasión: «Mi deseo es que este género de jefes se suprima enteramente»9.

21Lo mismo sucedió en la sublevación promovida pon Tomás Catari en Chayanta. En un principio, su protesta se manifestó en su viaje a Buenos Aires para lograr, por la vía legal, que el corregidor Alós fuera destituido. Al no lograr su propósito, se lanzó en lucha frontal y violenta contra el opresor directo de su comunidad. Esa misma identificación se dio en Oruro.

22El odio al corregidor se extendía también a sus colaboradores, como el teniente de corregidor, su cajero, etc.; pero con mucha más violencia a los caciques y gobernadores indígenas que servían al sistema. El cacique tuvo un doble papel en la rebelión: o se puso al lado del campesinado, como el propio Túpac Amaru, Tomás Catarí y otros, o se alineó con la represión, como fue el caso de Mateo Pumakawa.

23Todos los caciques tenían en común que eran un grupo económico y social claramente diferenciado de la masa indígena. Tenían bastante poder económico y se les reconocía grado de nobleza y, por lo tanto, gozaban de ciertos privilegios, como no pagar tributo ni ir a la mita; pero estaban marginados de todo cargo público del sistema colonial. A los caciques que se declararon en pro de la sublevación, los movieron dos tipos de motivos: económicos - pues debían responder con sus bienes cuando no podían cobrar el reparto o el tributo - y políticos: el nacionalismo inca, aspecto que se analizará posteriormente.

  • 10 Ver nota 8.

24En este punto, lo que se trata de destacar es que los sublevados tenían también como objetivo cambiar, si era preciso con la violencia, a sus autoridades indígenas abusivas. Esto se vio especialmente en la revolución de Chayanta, en la que se dio muerte a todos los caciques que habían actuado arbitrariamente en contra de la población, como el caso de Blas Doria Bernal. Nicolás Catari destituyó a todos los gobernadores indígenas leales a la Corona y los sustituyó con indígenas comprometidos con la causa de los rebeldes10.

25Casi todos los movimientos subversivos triunfantes comenzaron con la muerte del corregidor; así se cumplía el primer objetivo político; luego, las autoridades locales y provinciales coloniales eran remplazadas por autoridades indígenas. Sin embargo, los sublevados indígenas de 1780 y 1781 no se limitaron, como había sucedido en las anteriores rebeliones locales, a eliminar sólo al máximo representante del mal gobierno. Su objetivo político se amplió paulatinamente, con diferencias de grado, hacia un profundo antieuropeismo. En el proceso de las acciones militares, ante la negativa de los criollos de sumarse a la sublevación, los rebeldes dirigieron sus ataques, sin distinción, contra españoles europeos o americanos y también contra los mestizos. Finalmente, como tanto los europeos como los criollos y mestizos representaban a los sectores urbanos, la guerra se transformó en un enfrentamiento del campo contra la ciudad.

26Túpac Amaru y todos los principales jefes de la rebelión buscaron aliarse con los criollos para acabar con los europeos. Dámaso Catari declaró durante el interrogatorio:

  • 11 Citado por Szeminsky: «La insurrección de Túpac Amaru III».

«Le movía saber que su Rey Túpac Amaru venia a favorecerles, quien se había dignado escribir y despachar edictos al común de las provincias ofreciéndoles su amparo y el tratarles con mucha suavidad, haciendo un cuerpo entre indios y españoles criollos, acabando a los europeos, a quienes encargaba degollasen sin distinción de personas, clases ni edades, porque en todo debía mudarse el gobierno»11.

  • 12 Ibídem.

27Julián Apaza Túpac Catari, entre sus exigencias para levantar el cerco de la ciudad de La Paz, planteó «que se les dejase salir a los europeos para sus tierras»12. Pero donde más se manifestó el odio al europeo fue en los hechos mismos de la sublevación, ya que la mayoría de los europeos encontrados por los sublevados en los caminos, por ser trajinantes, en sus minas o en sus haciendas fueron muertos; en muchos casos, como en Tapacarí, Cochabamba, se cumplió aquello de no hacer distinción ni de clases ni de edades.

28El criollo, salvo contadas excepciones, no se alió al indígena; esto fue causa y efecto para que los sublevados dirigieran también sus ataques contra los «españoles americanos». Así, en Oruro, al sentirse defraudados y traicionados, los campesinos sublevados se dirigieron también contra los criollos. En varias provincías radicalizadas, aun en contra del mandato de los líderes de la rebelión, en sus ataques a poblaciones, los sublevados no hacían distinción entre criollo y europeo, lo que obviamente asustó inclusive a los criollos más progresistas y los puso a la defensiva.

29Por cualquiera de los dos motivos y en vista de que los ejércitos de la represión se nutrían de criollos y mestizos, de curas y caciques leales, el movimiento pasó de reformista a revolucionario, de una alianza de grupos y naciones a una guerra cuyo principal protagonista era el sector campesino y la nación india.

30En este proceso de radicalización, el objetivo político principal pasó a ser un cambio total de gobierno y la liquidación de la estructura colonial. La línea moderada de Túpac Amaru fue sobrepasada. Pero el sentido de independencia indígena era muy diferente al de los criollos porque iba identificado con una revolución económica y social.

  • 13 Rowe, John: «El movimiento nacional Inca del siglo xviii», publicado en Túpac Amaru 11-1780. Compi (...)

31Si bien, como ya se dijo, no existió un grado de conciencia hom*ogéneo, se tenía claridad respecto al cambio de gobierno. Se coincide con John Rowe cuando afirma que existía «dentro de la comunidad de indios, un movimiento intelectual nacionalista, basado en la tradición inca, que sirvió de estímulo para las rebeliones indígenas»13. La ideología para el cambio político era la del nacionalismo inca. Sus principales propiciadores eran miembros de la nobleza indígena. El nacionalismo inca fue la principal diferencia entre los caciques rebeldes y los leales al Rey.

32A pesar de los tres siglos de coloniaje, la tradición inca sobrevivía en la política, en instituciones económicas y sociales y en la cultura. Existía una nobleza inca depositaria de esa tradición.

33Es difícil determinar, dada la existencia de muchos documentos en que se reiteraba la fidelidad al Rey, hasta qué punto la radicalización del proceso de la sublevación convirtió al movimiento en independentista y hasta qué punto Túpac Amaru asumió que su coronación como Rey Inca significaba precisamente eso.

34Sin embargo, al margen de la evidente fidelidad al Rey presente en el Inca, la sublevación general de indios sí puede ser calificada como preindependentista por su enfrentamiento con las columnas fundamentales de la estructura colonial: las autoridades residentes en América y los europeos. Pero, en todo caso, la idea del gobierno inca cobró mucha mayor fuerza en las provincias; en Oruro, en particular, más que como un fin, como un medio porque el Inca los iba a librar de las pensiones a las que estaban sometidos.

35Sí bien, como ya se dijo, en la etapa más radicalizada de la sublevación, la revolución arrastró exclusivamente a la nación india, es necesario recalcar que en muchos de sus dirigentes existió un profundo sentido de lo americano y a eso apuntaba su programa de alianzas sociales. El edicto de Túpac Amaru a la provincia de Chichas, de 23 de diciembre de 1780, es un claro ejemplo al respecto:

  • 14 Fisher, John: «La rebelión de Túpac Amaru y el programa imperial de Carlos III». Ibídem.

«El amparo, protección y conservación de los españoles criollos, de los mestizos, zambos e indios, y su tranquilidad, por ser todos paisanos y compatriotas, como nacidos en nuestras tierras y de un mismo origen de los naturales, y de haber padecido todos igualmente dichas opresiones y tiranías de los europeos»14.

36Tanto en los objetivos económicos como en los políticos, se distinguen dos líneas: una moderada y otra radical. Túpac Amaru fue representante de la primera. Sin embargo, como ya se anotó, los mismos dirigentes moderados optaron luego por una línea independentista, americana; pero bajo la hegemonía inca.

37El conocido Bando Real de Túpac Amaru II es el mejor ejemplo de la evolución del pensamiento del líder máximo de la revolución, quien al principio reconoció el gobierno de la Corona española:

  • 15 Lewin, Boleslao: La rebelión de Túpac Amaru.... Ver nota 4.

«Don José I, por la gracia de Dios Inca, Rey del Perú, Santa Fe, Quito, Chile, Buenos Aires y continentes de los mares del sur, duque de la Superlativa, Señor de los Césares y Amazonas con dominio en el Gran Paitití, comisario distribuidor de la piedad divina por erario sin par, etc.
Por cuanto es acordado en mi Consejo por Junta prolija por repetidas ocasiones, ya secreta, ya pública, que los Reyes de Castilla me han tenido usurpada la corona y dominio de mis gentes, cerca de tres siglos, pensionándome los vasallos con insoportables gabelas, tributos, piezas, lanzas, aduanas, alcabalas, estancos, cadastros, diezmos, quintos, virreyes, audiencias, corregidores y demás ministros, todos iguales en la tiranía, vendiendo la justicia en almoneda con los escribanos de esta fe, a quien más puja y a quien más da, entrando en esto los empleos eclesiásticos y seculares, sin temor de Dios; estropeando como a bestias a los naturales del reino; quitando la vida a todos los que no supieren robar, todo digno del más severo reparo. Por eso y por los clamores que con generalidad han llegado al Cielo, en el nombre de Dios Todopoderoso, ordenamos y mandamos que ninguna de las personas dichas pague ni obedezca en cosa alguna a los ministros europeos intrusos y sólo se deberá tener todo respeto al sacerdocio, pagándoles el diezmo y la primicia, como que se da a Dios inmediatamente, y el tributo y el quinto a su Rey y Señor natural, y esto con moderación que se hará saber, con las demás leyes de observar y guardar. Y para el pronto remedio de todo lo suso-expresado, mando se reitere y publique la jura hecha a mi Real Corona en todas las ciudades. Villas y lugares de mis dominios, dándome parte con toda la verdad de los vasallos prontos y fieles para el premio igual, y de los que se rebelaren, para la pena que les compite remitiéndonos la jura hecha, con razón de cuanto nos conduzca»15.

38Finalmente, existe otro factor importante, digno de tomarse en cuenta, en conjunto con los objetivos económicos y políticos: la revolución cultural, revolución cultural que, aunque parezca paradójico, significaba también el rescate de la tradición cultural precolombina. Las investigaciones de Rowe demuestran el renacimiento del vestido y de la simbología indígena. Pero indudablemente la mejor muestra de ese renacimiento cultural indígena se dio en el llamado arte mestizo o popular. En la arquitectura, en la escultura y en la pintura, los artífices indígenas dejaron la huella de su simbología y de sus valores, y también, hasta donde les era posible, su pintura de protesta.

39Este renacer de la expresión cultural indígena, de larga gestación en el siglo xviii, tuvo obvia repercusión e influencia en la sublevación general. En muchos sectores, se obligó a todos los pobladores no indígenas a vestirse como indios. El caudillo paceño Túpac Catari imponía orgullosamente las costumbres y el idioma nativos. El peligro que vieron los españoles en este movimiento cultural se reflejó en las acciones represivas contra esas manifestaciones y en que, después de la derrota de los sublevados, se hubiese intentado acabar con las lenguas nativas.

  • 16 Robins, Nicholas A.: El Mesianismo y la Semiótica Indígena en el Alto Perú. Hisbol, La Paz, 1945. (...)

40Robins, al respecto, califica esta posición como de nativismo, que buscaba el gobierno nativo bajo las órdenes del Inca. También reconoce que esa idea no era monolítica. Túpac Amaru era prospectivo en el sentido de rescatar la tradición prehispánica, pero mezclada con elementos coloniales. En cambio, muchas de las bases de la rebelión eran retrospectivas al buscar un retorno total al mundo prehispánico y una «sociedad netamente nativa» sin españoles, ni criollos ni mestizos16.

41Relacionado con la cultura, está el problema religioso. Hasta hoy, no puede hablarse de una religión cristiana pura según se la entiende en occidente. Es indudable que el cristianismo se sincretizó con las creencias andinas, con los dioses tutelares, con los ritos, con las fiestas y costumbres indígenas. El problema religioso estuvo presente en la sublevación general, pero con matices muy diversos.

  • 17 Edicto de Túpac Amaru a los criollos, de 23 de diciembre de 1780.

42Túpac Amaru y otros dirigentes políticos de la rebelión plantearon claramente que no tenían ninguna intención de atacar a «nuestra sagrada religión católica»17. Pero, en los hechos, los grupos más radicales atacaron a los representantes de la Iglesia, en especial a los que llamaban los malos curas.

  • 18 Huertas, Lorenzo: «El movimiento de Túpac Amaru en Ayacucho», publicado en Túpac Amaru II-l780. Co (...)
  • 19 Szeminsky, Jan: «La insurrección de Túpac Amaru III». Ibídem.

43El dirigente ayacuchano Pablo Challco manifestó en público que si la sublevación triunfaba, ya no habría ni curas ni corregidores18. Túpac Catari planteó, como exigencia para levantar el cerco a La Paz, «que se le entregasen los aduanistas, oficiales reales y hacendados y también los curas párrocos, que habían de recibirlo en la ciudad bajo palio»19.

44Es decir, se identificaba a los curas con el grupo dominante opresor; muchos fueron muertos y otros fueron obligados a salir de sus pueblos. Pero esto no se dio de manera uniforme. Algunos curas apoyaron a ¡a rebelión, otros se quedaron en sus pueblos y una prueba de que el odio contra ellos no era tanto como el que había contra el corregidor es que luego sirvieron de intermediarios en la pacificación y la firma de las capitulaciones.

45El problema religioso era mucho más profundo. En algunos sectores, se dieron ataques frontales contra imágenes religiosas; en Oruro, por ejemplo, contra la Virgen del Rosario. En otros sectores, hubo una notable participación de hechiceros y magos, acusados luego de idólatras.

46Pero, sin duda, el aspecto más interesante fue la forma como algunos de los dirigentes indígenas utilizaron la religión católica para fortalecer su dirigencia y su programa. El mesianismo, particularmente de Túpac Catari, fue un factor muy importante, vale decir que todo lo que hacían era por mandato divino, porque Dios los había destinado para dirigir a su pueblo hacia la liberación. En algunos casos, se fue más allá, pues no se vio a Túpac Amaru como delegado de Dios, sino como Dios mismo. En la plaza de Livitaca, por ejemplo, los indios e indias lo saludaron diciendo: «Tú eres nuestro Dios y Señor y te pedimos no haya sacerdotes que nos inoportunen». A los que él respondió: «No puede ser así porque nadie los atenderá en el momento de la muerte». Como bien anota Szeminsky, este ejemplo muestra claramente las diferentes concepciones entre los sublevados.

47Como objetivo de la sublevación, se puede decir a modo de conclusión, estaba el destruir todos los signos de opresión y, entre ellos, estaba la Iglesia. Pero los más importantes objetivos estaban centrados en lo económico, en una transformación profunda de las estructuras de explotación y, en lo político, en la independencia, una América independiente, pero bajo la hegemonía indígena y bajo el gobierno del Inca.

48Estos objetivos de la sublevación general se presentaron con variantes tanto en el espacio como en el tiempo. Así, en el caso específico de Oruro, es posible distinguir dos etapas y dos regiones.

49La primera etapa abarcó desde el primer brote subversivo en Paria hasta la ruptura de la alianza con los criollos. La segunda, mucho más radical, se caracterizó por el enfrentamiento de los campesinos indígenas con los defensores mestizos y criollos de la Villa de Oruro, enfrentamiento que concluye con la victoria de éstos últimos.

  • 20 Testigos sobrevivientes manifestaron que los indios paseaban la cabeza del corregidor afirmando qu (...)

50El punto de partida de la sublevación en las provincias de Paria y Carangas fue, como en otras provincias, la lucha contra el reparto. El corregidor de Paria, Manuel de la Bodega, fue muerto precisamente cuando intentaba cobrar las deudas de su tercer reparto de mercaderías; días antes, los indígenas habían pedido una rebaja. El objetivo inmediato de la sublevación fue eliminar al reparto y al corregidor. Su cabeza cortada fue paseada con orgullo y alegría. Pero, además, ya desde ese momento la sublevación tenía el objetivo político claro de establecer el gobierno de Túpac Amaru, su Rey Inca 20. A pesar de la violencia de los acontecimientos, se impuso la línea conciliadora del cacique Lope Chungara, quien ordenó la libertad de los acompañantes del corregidor, además de intentar una explicación legal de lo sucedido a la Audiencia, acción legal que fracasaría totalmente. El cacique Chungara no pudo evitar que la sublevación cundiera a los pueblos aledaños con un claro sentimiento antieuropeo; si en ese momento no se dio una matanza fue porque el criollo Juan de Dios Rodríguez fue nombrado nuevo corregidor.

51En Carangas y, en general, en todo el norte y oeste de Oruro, la sublevación fue mucho más radical desde un principio. La acción de Colque empezó contra el reparto y también llevó a la muerte del corregidor; pero allí murieron también todos los acompañantes y el cura, a diferencia de Challapata, no interpuso sus buenos oficios, pues prefirió huir.

52En el pueblo de Paria, el cura Arcos tuvo que salir huyendo, no sin antes sufrir humillaciones y vejaciones. De la misma manera, otros varios curas se refugiaron en Oruro, temiendo por sus vidas; pero otros se quedaron en sus pueblos y, no por casualidad, eran criollos. Inclusive en el radical pueblo de Paria, los indígenas aceptaron a un nuevo cura, el criollo Beltrán, acusado luego de cómplice de la sublevación.

53Varios caciques, gobernadores indígenas y cobradores de tributos también llegaron a la Villa, temerosos de perder la vida; tal el caso de Melchor Challapa, de Challacollo, y Vicente Ferrer, de Colque. No se equivocaron al huir porque las convocatorias de los indígenas de esas zonas pedían dar con el paradero de estos intermediarios de la explotación.

54Esa pugna contra los caciques explotadores se manifestó claramente en los pueblos directamente dependientes del corregimiento de Oruro, donde, a más de buscar dar muerte al corregidor, los campesinos tenían como objetivo concreto la muerte del cacique Manuel Campoverde. El primero logró huir, el segundo fue muerto por los rebeldes.

55En suma, esta primera fase de la sublevación tuvo como objetivos centrales acabar con los abusos del reparto, dar muerte a los corregidores y malos caciques y desterrar a los malos curas. Este vacío de poder fue llenado, en algunos casos, por los entonces aliados criollos, pero dentro de la mira de un nuevo gobierno encabezado por el Rey Inca.

56A estos objetivos centrales, hay que añadir el antieuropeísmo, piedra angular que permitió la alianza con los criollos; éste era un objetivo de ambos tipos de sublevación. El antieuropeismo se manifestó violentamente, en lo que podríamos llamar una guerra a muerte.

57En Challacollo, fue muerto un maestro de primeras letras; en el camino a Challapata, un comerciante; pero la matanza más grande se dio en la misma ciudad de Oruro. El 10 de febrero, una poblada dio muerte a una considerable cantidad de comerciantes europeos. Al día siguiente, llegaron los indios bajo la consigna de «defender a sus hermanos criollos» y así dieron muerte a cuanto europeo encontraron.

  • 21 Como se vio en el capítulo correspondiente, los propios supervivientes relataron esto.

58En ese primer momento de la alianza criollo-indígena, el movimiento tenía un profundo sentido americano. El hecho más elocuente y demostrativo se dio cuando los indios apresaban un blanco y preguntaron al corregidor Rodríguez si era europeo o americano, para en consecuencia matarlo o no; así se salvaron dos europeos porque, compadecido Rodríguez, afirmó de uno que era de Moquegua y, del otro, que era chileno21.

59En definitiva, tanto en la sublevación general como en la sublevación de Oruro, los sublevados indígenas tuvieron una diversidad de objetivos: acabar con todas las pensiones a las que estaban sometidos, especialmente el reparto; eliminar a los poderes políticos que eran los agentes de esa opresión, corregidores, caciques y curas; plantearon la unión de los americanos para eliminar a los europeos; plantearon la independencia de la Corona de España; revalorizaron su cultura y la tradición inca; buscaron implantar el gobierno del Inca.

60En el caso de Oruro, en la primera etapa, existió mucho más coincidencia entre los líderes de la sublevación indígena con la posición multiétnica del Inca Túpac Amaru. Esa situación cambió cuando se produjo el enfrentamiento con mestizos y criollos de Oruro, pero, sobre ello, se tratará después de analizar los objetivos de la rebelión criolla, que, como ya se vio en los capítulos precedentes, coincidió en el tiempo y en algunos objetivos comunes.

61Como se presentó en los capítulos correspondientes, varias causas llevaron a los criollos y mestizos de la Villa de Oruro a protagonizar una profunda rebelión con importantes consecuencias. A lo largo del proceso se puede deducir claramente la existencia de dos partidos: el criollo y el europeo. Ambos partidos tuvieron interpretaciones diferentes de los sucesos del 10 de febrero, especialmente en cuanto a las causas precipitadoras.

62Para los criollos, la causa inmediata de los sucesos fue la provocación del corregidor y de sus allegados y la consecuente conspiración para matar a los orureños que formaban parte de las milicias. Es decir, actuaron para defenderse de los chapetones.

63En cambio, para los del partido europeo, la causa principal de los sucesos fue la alianza de los criollos con Túpac Amaru y su profundo odio a los europeos, reflejado en la matanza a los comerciantes españoles. Según esos testigos, otro objetivo de los rebeldes fue apropiarse de los caudales de los comerciantes.

64En todo caso, lo sucedido el 10 de febrero y los días posteriores no fue solamente un hecho coyuntural, no fue una protesta de corta duración, sino una rebelión, cuyo proceso de gestación fue de muy larga duración y que se remontaba por lo menos a cinco décadas antes. La sublevación de Amarus y Cataris originó el contexto favorable para que la rebelión explotase, así como, años después, la invasión de Napoleón a España creó las condiciones propicias para el inicio de la Guerra de la Independencia.

65Por lo tanto, la influencia de la sublevación indígena y los conflictos de las milicias fueron las causas precipitadoras; las causas estructurales fueron, como ya se dijo, de muy larga gestación.

66En primer lugar, estuvieron las causas económicas. Los mineros de la Villa y provincias aledañas eran, en su mayoría, criollos. La crisis de la mineria de la plata convirtió a la mayoría de ellos en deudores al Fisco y a los comerciantes europeos. Por tanto, los criollos tenían suficientes razones para desear y buscar la eliminación del grupo europeo que controlaba la administración estatal y el gran comercio, vinculado con Potosí y Buenos Aires. Además, los europeos tenían también una importante presencia en el sector minero. La mayoría de los españoles peninsulares, autoridades y comerciantes, eran de reciente permanencia en Oruro y de origen vasco: Urrutia, Gurruchaga, Mugrusa, Endeyza, etc.

67Como han señalado correctamente otros estudiosos de la sublevación de Oruro, como Frigeiro y Cornblit, Oruro vivía, desde los años previos a 1781, una profunda crisis minera, sustento principal de la Villa. Pese a que previamente se vivió un nuevo periodo de auge de la producción de la plata, desde mediados de la década del ‘70, los egresos de los principales mineros eran mayores que sus ingresos, especialmente por los costos relacionados con la compra del azogue. Los grandes mineros criollos, en el momento de la rebelión, tenían una gran ¡liquidez y estaban endeudados con el Fisco y con los grandes comerciantes europeos.

68Obviamente que esta situación de crisis repercutía también en el resto de la población y, por ello, los del partido criollo pudieron liderizar un movimiento de amplia participación de todos los sectores sociales que compararon su situación de pobreza con la de riqueza de los comerciantes europeos, contra los cuales estalló con más fuerza la furia de la poblada.

69La crisis no afectó a todos por igual; en las propias familias criollas, como las emblemáticas de los Rodríguez y los Herrera, se presentaron diferencias entre hermanos que podían mantener, pese a la crisis, su buen vivir y otros que bajaron notoriamente su estatus económico.

70La crisis de la mineria fue causa principal de la rebelión y, a la vez, la rebelión fue causa de una profundización de esa crisis, de tal manera que, en los últimos años de la colonia, la producción minera orureña estaba en total decadencia.

71En segundo lugar estuvieron las causas políticas. La mayoría de los espacios del poder local: corregimiento, alcaldías, cabildo y otros cargos menores fueron ocupados alternativamente por los españoles europeos y por los criollos. Las elecciones llevadas a cabo en enero de 1781 dieron la victoria al partido europeo encabezado por el corregidor. Esto significaba la pérdida del poder local que durante años estuvo en manos del partido criollo.

72Como bien ha demostrado Bernard Lavalle en sus estudios sobre el criollismo americano, la confrontación entre criollos y europeos por el poder municipal data desde el siglo xvi, confrontación que se agudizó en Oruro en los años de la rebelión indigena. Lavalle señala que la tensión entre los conquistadores y los hijos de los conquistadores con los funcionarios recién llegados databa desde las guerras civiles del Perú en los primeros años coloniales.

73Esa tensión se agudizó mucho más entre los hijos de españoles nacidos en América y los españoles recién llegados. Los primeros se consideraban con más derechos por su nacimiento en América y consideraban a los europeos como advenedizos que ocupaban cargos sin mayor mérito. Por su parte, los europeos consideraban a los criollos como españoles degenerados por el medio ambiente y por el mestizaje.

74Estos debates, parafraseando a Lavalle, formaron desde el siglo xvii un patriotismo y protonacionalismo criollo, basados en una exaltación del ambiente local, de su abolengo intachable, de méritos mayores que los de los peninsulares en favor de la hispanidad, en un menosprecio de los europeos incultos advenedizos, pero también distante y hasta contradictorio del mundo indígena.

75El patriotismo criollo tuvo una percepción de lo americano, pero tuvo más de patria chica; por lo tanto, tenía contradicciones no sólo con los europeos, sino también con los criollos de otras regiones.

76El ejemplo de lo sucedido en Oruro es una demostración más de lo que acontecía en toda la América Hispana, pero con sus propios matices. Es una clara prueba de la profunda rivalidad entre criollos y europeos. Como se ha visto en cientos de páginas de este libro, existen dos interpretaciones para cada uno de los hechos que sucedieron durante el 10 de febrero, días antes y días después, pero lo que no se puede negar es que esos hechos sucedieron y que los mismos como las interpretaciones posteriores reflejan esa profunda pugna.

77Es cierto también que esa pugna no era total, es decir, de todos los criollos contra todos los europeos; existieron varios criollos notables declarando en contra de los cabecillas criollos y europeos declarando a su favor, pero la mayoría de los protagonistas económicos y políticos estaban bien definidos en uno de los dos partidos.

78La participación de los criollos de otras regiones también reflejó la dualidad complementaria y contradictoria de la patria americana y la patria local. Unos, como Del Llano, se sintieron tan advenedizos y extranjeros como los europeos; otros, como el limeño Menacho, el chileno Flores, el chuquisaqueño Mejía y el potosino Menéndez, estaban plenamente integrados al llamado partido criollo.

79El conflicto por controlar el cabildo y así lograr los cargos de alcaldes ordinarios y procurador general que el cabildo elegía cada año, era de larga data. Cornblit detalla estos conflictos desde 1741, cuando la familia de los Herrera disputaba esos cargos contra nuevos migrantes vascos y gallegos.

80Años después, el liderazgo del partido criollo pasó a la familia de los Rodríguez, estrechamente vinculada con los Herrera. Cuarenta años después, los Rodríguez se enfrentaron, también, a una nueva migración de mineros y comerciantes vascos. A diferencia de lo sucedido en décadas anteriores, la protesta verbal pasó a los hechos violentos.

81Como se vio en los capítulos descriptivos sobre la rebelión criolla, el desprecio mutuo entre criollos y europeos era muy grande. Los europeos, si bien no con las mismas palabras de los debates del siglo xvii, consideraban a los criollos ya no como hispanos nacidos en América, sino como cholos, palabra que en la época cargaba todo el desprecio y prejuicio al mestizaje.

82Por su parte, los criollos consideraban a los europeos, como advenedizos sin raíces ni abolengo, sin arte ni oficio, que simplemente aprovechaban su condición de europeos para disfrutar del poder político y económico. No faltó quien los calificara de judíos, ajenos a la religión católica.

83Fueron estas razones políticas, económicas, sociales, culturales y de mentalidades en tensión las que hacen concluir que el movimiento de Oruro se inscribe como una definida rebelión precursora de la lucha por la Independencia. Muchas veces se ha considerado como movimientos independentistas exclusivamente a los movimientos antimonárquicos, dejando de lado como tales aquellas sublevaciones que no se estrellaban contra la figura del Rey. Pero era mucho más profundamente independentista plantear una América sin europeos, todos los cargos públicos ocupados por los criollos, libertad para sus actividades económicas. Logrado ese propósito, la dependencia del Rey iba a ser una simple formalidad.

84Más difícil que la independencia política, militar y económica fue la independencia mental de España. Como también ha señalado Lavalle, el protonacionalismo criollo, a más de sus aspectos positivos, tuvo lastres negativos. El más profundo de esos lastres fue la exaltación de la herencia hispana como necesariamente antagónica a los pueblos originarios. La herencia de la sangre hispana, del idioma castellano y la religión católica no tenía por qué convertir a los criollos en superiores a los indígenas; sin embargo, así lo sintieron muchos criollos desde el siglo xvi hasta el siglo xx y no hay pocos fundamentalistas que lo siguen sintiendo en este nuevo milenio.

85Este antiindigenismo, como un medio de proteger la pureza del abolengo y como una demostración de superioridad política y social, se reflejó en ¡as políticas asumidas por la élite criolla en el nacimiento de las nuevas repúblicas que reprodujeron las cargas impuestas en la colonia contra los indígenas y en la no incorporación de éstos a los derechos de ciudadanía.

86También se reflejó en el hecho de que muy pocos criollos acudieron al llamado de Túpac Amaru para lograr una enorme alianza que alcanzase el propósito de expulsar a los europeos. En esto radica también la gran importancia de la sublevación orureña del 10 de febrero. Fue la única ciudad que se adhirió con casi toda la plenitud de sus actores al movimiento túpacamarista. Pese al fracaso de la alianza y las frustraciones posteriores, la adhesión fue un hecho innegable que la convierte en precursora de la construcción de la nación boliviana, proceso muy posterior a la construcción del Estado boliviano que durante muchas décadas no consideró la participación de los pueblos originarios.

87Puede concluirse, coincidiendo con Frigeiro, que en Oruro existió una clara conciencia política del poder criollo con identidad americana. El movimiento orureño fue «proto -independentista».

88El liderazgo de los Rodríguez incorporó, además de los criollos, a mestizos y a líderes nativos. Tenían una profunda trama de relaciones que posibilitó el éxito de la rebelión. Es cierto que la derrota posterior produjo una enorme ambigüedad en sus declaraciones y, tal vez por ello, la memoria colectiva no los rescata de la misma manera que a otros líderes de la independencia. Sin embargo de esa innegable ambigüedad, los Rodríguez y el partido criollo orureño representaron a un nacionalismo criollo que, a diferencia de otros, se vinculó estrechamente al nacionalismo inca.

89Si bien existen referencias a criollos y mestizos simpatizantes de la sublevación general de indios, en ningún lugar, como en Oruro, se produjo una alianza tan concreta. Esto se debió a varias causas generales como locales.

90Como se ha descrito en los capítulos pertinentes, el descontento contra el gobierno español era generalizado en todo el continente, especialmente a consecuencia de la aplicación de las reformas borbónicas. Ese descontento no solamente se reflejó en protestas pacíficas, sino en hechos violentos, como las revueltas contra las aduanas que se dieron en ciudades como La Paz y Cochabamba.

91Por lo tanto, el ambiente era propicio para una sublevación general de todos los estamentos americanos contra el gobierno español. Por los edictos y cartas de Túpac Amaru puede deducirse que el caudillo principal de los indios rebeldes estaba plenamente convencido de la necesidad de una alianza de todos los americanos contra los europeos. Para conseguir esa alianza, argumentó que todos los americanos padecian las opresiones de los europeos. Era obvio, también, que el Inca asumiera que los europeos, sin el apoyo de criollos y mestizos, iban a ser derrocados fácilmente.

92Sin embargo, la alianza no se produjo, fundamentalmente por dos circunstancias: la decisión criolla de no subordinar su propia rebelión a los mandos indígenas y el miedo que produjeron las actitudes de los indios rebeldes más radicales que, en varias regiones, a la hora de matar blancos, no distinguieron entre europeos y americanos.

93Por eso, la alianza no se produjo y más bien, criollos y mestizos apoyaron decididamente, política y militarmente, al gobierno español, lo que a la larga produjo la derrota política y militar del Inca. Precisamente, el mayor fracaso político del Inca fue no lograr lo que en lenguaje actual se llama una alianza intercultural. Ni todos los indios se sumaron a la sublevación, ni menos los criollos y mestizos. Como se ha visto también, no todos los jefes rebeldes creían en esa alianza, peor aún cuando la alianza intercultural se dio en el bando contrario.

94De ahí que la sublevación de Oruro es profundamente diferente a las otras sublevaciones. Como ya se vio en el punto anterior, a las circunstancias generales de descontento criollo, se sumaron circunstancias locales tan fuertes que el odio al europeo pudo más que el distanciamiento tradicional entre criollos, mestizos e indios.

95La sublevación general de indios fue el marco perfecto para realizar su propia sublevación, con la ventaja de que el Inca estaba lejos y, por lo tanto, el mando de la sublevación local estaba en sus manos. Los jefes indios rebeldes de Oruro no tenían la misma fuerza que los Catari y los Amarus, por lo tanto los Rodríguez y los otros jefes criollos tenían mayor peso.

96Los indios rebeldes de Oruro y las provincias aledañas fueron consecuentes con la línea intercultural planteada por el Inca. Por eso, como se manifestó en sus declaraciones, se aliaron con los criollos para matar a los europeos y así preparar el terreno para la llegada de su Inca. Ellos distinguieron perfectamente entre europeos y americanos.

97Para los criollos y mestizos, esa alianza también fue necesaria para consolidar su victoria contra los europeos y para evitar la toma de la ciudad de Oruro por los indios.

98Si bien la alianza tenía mucho de cálculo político y más de un objetivo antieuropeo que proamericano, es decir, un pacto más por la destrucción de un enemigo común que por la construcción de un proyecto compartido, existen varias referencias que indican que en el proceso de mestizaje orureño la herencia india pesaba tanto como la herencia hispana.

99En la manera de vivir de varios de los jefes criollos, en su bilingüismo, en sus ritos religiosos realizados en la parroquia de indios, en las rondas de carnaval, se observaba a personas de un claro mestizaje cultural, por lo tanto diferentes a aquellos criollos de otras ciudades, cuyas costumbres y manera de vivir tenían mucho más de hispanismo.

100Estas referencias permiten deducir que en Oruro existían espacios culturales de convivencia entre criollos, mestizos e indios, como la iglesia, las fiestas, el idioma, la comida, que facilitaron la alianza.

101Por otra parte, existieron, como consecuencia de lo anterior, relaciones laborales, sobre todo en las propiedades mineras de los Rodríguez, menos duras que en otros espacios de trabajo en los que la explotación era extrema. Esta relación más suave no era producto de igualdades sociales, pero sí de una relación paternalista, que podía llevar a cabo una elite ya afianzada en su posición política y social. Juan de Dios Rodríguez era considerado, como se vio en la reacción popular en el momento de su prisión, como padre de los pobres.

102Estas circunstancias faciliaron la alianza en Oruro y que, durante las principales jornadas de la rebelión orureña, todos los sectores sociales, culturales y étnicos actuaran unidos, reconociendo el liderazgo directo de los Rodríguez e indirecto de Túpac Amaru.

103Sin embargo, esa alianza no fue asumida por todos y, por esa razón, no duró muchos días.

104A los pocos días surgió la ruptura de la alianza criolla -mestiza e indígena. Una de las causas principales para que ésta se diera fue la lucha por la hegemonía. Los campesinos indígenas, mayores en número, si bien reconocieron el liderazgo de los Rodríguez, impusieron su poder y, por tanto, los criollos, aunque muy efímeramente, aceptaron las exigencias y los símbolos de la revolución indígena.

105En esos días de febrero, los revolucionarios indígenas mostraron ante los habitantes de Oruro hasta qué punto su revolución significaba también un profundo cambio cultural. Todos, mujeres y hombres, a excepción de los curas, tuvieron que vestirse como se vestían los indios; el corregidor criollo Jacinto Rodríguez se vistió con una chaqueta negra de terciopelo, que decían ser igual a la que usaba Túpac Amaru. Inclusive, se llegó a organizar un desfile haciendo gala del nuevo vestir y dando vivas al Rey Túpac Amaru.

106Pero éste no fue el único punto de fricción. De mayor repercusión fue la distinta manera de concebir los objetivos económico-sociales. Respecto al reparto, no existió mayor discusión, pero sí en cuanto al tributo.

107Los sublevados exigieron la devolución total del tributo que habían pagado en la Navidad de 1780. El corregidor Rodríguez les manifestó que ese monto se guardaba para la llegada de Túpac Amaru; sin embargo, los más exaltados asaltaron las Cajas Reales sin éxito; pero en el intento murió el más conocido caudillo criollo de las jornadas del 10 de febrero: Sebastián Pagador, a manos de sus aliados. Sólo cuando Rodríguez devolvió parte del tributo, algunas comunidades abandonaron la Villa y retornaron a sus tierras. Muchos otros indígenas se quedaron esperando mayor beneficio por su lucha. Asaltaron tiendas criollas y así precipitaron la ruptura violenta, su derrota y expulsión.

108En esta expulsión, participaron Lope Chungara y los principales de Challapata, representantes de una línea moderada y fervientes creyentes, al igual que Túpac Amaru, en que el éxito de la sublevación pasaba por una alianza con los criollos. Pero, además, contribuía a esa línea el hecho de que su principal objetivo económico- social había sido satisfecho: la apropiación de las haciendas circunvecinas a las tierras de su comunidad. Los presbíteros Echevarría y Araníbar, el europeo Soto y otros, entre los que se contaba el propio cabecilla criollo, Juan de Dios Rodríguez, transfirieron sus títulos de propiedad a las comunidades indígenas.

109La lucha por la tierra fue un punto en que los sublevados mostraron grandes divergencias, resultantes de sus diferencias económicas y sociales. Los comuneros querían extender sus tierras, los yanaconas querían simplemente tenerlas. Por eso, éstos últimos fueron mucho más radicales y rompieron mucho más rápidamente con los criollos, porque precisamente las tierras que ambicionaban estaban, en gran proporción, en manos de hacendados criollos. Por ejemplo, los últimos sublevados en rendirse fueron los de la hacienda de Sillota, propiedad de don Jacinto Rodríguez.

  • 22 A.G.I. Charcas 601, OEA, expediente de invasiones de indios a la Villa de Oruro.

110La ruptura entre criollos e indígenas fue violenta y la revolución se radicalizó. El primer efecto de esa radicalización fue la muerte del cacique Lope Chungara, en manos de los indios del ayllu Ancacato, perteneciente a su propia comunidad. Unos afirmaron que la causa de ello fue que no se convencieron de la salida de la Villa; otros lo acusaron de ser cómplice de los criollos; otros, de no haber repartido el dinero que supuestamente le había dado Rodríguez para los indios que estaban concentrados en Poopó; pero los más afirmaron que su muerte se debió a que quiso restablecer el tributo y eso iba en contra de los mandatos de Túpac Amaru22.

111La persecución sañuda que se daba en las provincias a los peninsulares se amplió pronto a mestizos y criollos. En Poopó, por ejemplo, antes de la ruptura, se dio muerte sólo al europeo Vicente García; después de la ruptura, mataron a criollos y mestizos, entre ellos a un tío de Jacinto Rodríguez. Pese a toda esa radicalización, los curas fueron respetados; el de Poopó fue expulsado y otros fueron tomados prisioneros.

112La ruptura entre indígenas y criollos era un hecho. Sin embargo, el ataque a la Villa de Oruro y, por consiguiente, el enfrentamiento armado no se dieron de inmediato. La primera invasión ocurrió recién el 9 de marzo, casi un mes después; los bloqueos de caminos y los ataques directos duraron hasta el mes de abril.

113Como ya se dijo, en la visión de los protagonistas del partido europeo y de toda la parte acusatoria durante el proceso, la causa principal de la rebelión fue la alianza con Túpac Amaru y sin duda existió, aunque luego los criollos, presionados por la prisión, negaron rotundamente esa alianza.

114Esa inédita relación entre el nacionalismo criollo y el nacionalismo inca se rompió por conflictos económicos, políticos y militares. Los criollos temieron perder sus privilegios, pero también perder sus vidas. La posición multiétnica de los Amarus y de caciques como Lope Chungara perdió paulatinamente ante las posiciones más radicales y que, lastimosamente, derivaron en matanzas indiscriminadas, como la de Tapacarí, tan censurables como la represión violenta por parte de los peninsulares y sus adeptos.

115La violencia militar reemplazó a los proyectos políticos y esa fue la causa principal de la ruptura, porque la violencia enceguece e impide ver personas y sólo ve colores. La violencia de los radicales no solamente alejó a los potenciales aliados criollos y mestizos, sino también produjo deserciones en las propias filas indígenas.

116Por su lado, los criollos -que ya sentían la derrota de su proyecto- retrocedieron hasta convertirse en parte de la alianza conservadora y reaccionaria contra la histórica sublevación de Amarus y Cataris.

117Como ya se dijo en el subcapítulo 2, es importante distinguir dos momentos de la sublevación indígena en Oruro y las provincias aledañas: antes y después de la ruptura con los criollos. En este subcapítulo se analizarán los objetivos de los rebeldes después de la ruptura. Varios de ellos se mantuvieron, pero otros se radicalizaron, sobre todo en la variación de una posición antieuropea a una posición ampliada también en contra de los criollos y mestizos de Oruro.

118Pese a la ruptura, los rebeldes indígenas no presentaron un bloque hom*ogéneo. Se pueden distinguir, principalmente dos sectores: el del norte, entre los que se destacaban los indios de Challacollo y de Sillota (de los más pobres de la región), radical en sus acciones, inmediatista, absolutamente antiurbano; sin embargo, menos claro en sus objetivos estratégicos. El sector del sur, encabezado por la comunidad de Challapata, presentó una línea más moderada en su táctica, pero mucho más consciente de sus objetivos estratégicos. Hasta último momento, los del sur trataron de mantener una alianza con los criollos; al tener conciencia de la magnitud de su lucha, actuaban con mayor responsabilidad.

119La fuente histórica utilizada para esta parte son las declaraciones de los prisioneros indígenas que tomaron las milicias de la Villa después de cada uno de los intentos de invasión. Por ello, además de tomar en cuenta las diferencias de concepciones en cuanto a los objetivos, es necesario apuntar las limitaciones que tiene la declaración de un prisionero.

120La primera invasión tuvo lugar el 9 de marzo de 1781 y fue precipitada por comunidades y doctrinas del norte, sin esperar la llegada del ejército del sur. Perdieron y de las declaraciones de los prisioneros de ese día, se desprende que la mayoría confundía los objetivos finales con los objetivos inmediatos; todos coincidieron en afirmar que querían acabar con la Villa como objetivo inmediato.

121Tadeo Balcazar, mestizo, menor de edad, declaró que, estando él en La Joya, fue convocado por los indios de Sillota, del vado del río Burguillos Llanquera, Chocoña y Ribera a una reunión de todos ellos que empezó el domingo 4 y terminó el martes 6 de marzo y en la cual se discutió la posibilidad de acabar con la Villa: «se consultó sobre que convenía invadir la Villa y aniquilarla porque tenían sus vecinos enemiga con ella, otros que les parecía, que no podía sino lo contrario y que antes estarían a favor, y muchos que tenían noticia que su merced el justicia mayor había contraído varios zurrones de plata para remitirlos a la ciudad de La Plata y Cochabamba para que de una y otra parte vinieran soldados contra ellos y que debía determinarse primero el asalto a casa de Dn. Jacinto y luego a la de Juan de Dios (...) Matarlos (....) y en parciales de diez en diez incendiar toda la Villa y que según fuesen saliendo sus moradores con motivo del incendio, acabarlos». Esta última resolución fue la que eligieron para su ejecución.

122La familia del cura Bernal, capellán de Paria, confirmó también lo anterior; al padre se le acercaron los indios y le dijeron: «Estos tus hijos han tomado la resolución de entrar mañana a la Villa de Oruro con el fin de reducirla a cenizas».

  • 23 Todas estas declaraciones han sido tomadas del expediente que abrió Jacinto Rodríguez para averigu (...)

123En cambio, Lorenza Bárbara, natural de la doctrina de San Juan (doctrina de Paria - jurisdicción de la Villa) y mujer legítima de Agustín Nicolás, alcalde nombrado por el justicia mayor, declaró que los indios le dijeron «que por qué había cogido el nombramiento cuando ya no se obedecen a corregidores, alcaldes, ni menos a los curas; hasta la llegada de dicho Tupaamaro, que por pascua arribaría a estos lugares»23.

124O sea, ya en los indios de la primera invasión se distinguía claramente un objetivo inmediato, que era destruir la Villa y matar a sus moradores por la traición que sentían haber sufrido y porque coadyuvaría al fin principal, que era el desconocimiento de toda autoridad civil y religiosa hasta la llegada de su única autoridad Túpac Amaru.

125El 18 de marzo de 1781, se dio una nueva invasión por los indios de la doctrina de Paria, confederados con otros muchos de comunidades procedentes del norte. Cercaron la Villa, hostilizando desde los cerros sin dejar entrar víveres, hasta que el cerco fue roto por las milicias de la Villa y muchos indios fueron tomados prisioneros, abriéndoles proceso Jacinto Rodríguez, como Justicia Mayor.

126Nuevamente los prisioneros insistieron en el objetivo inmediato de «arruinar la Villa», «guerrear contra los moradores de la Villa y desolarla», «aniquilar la Villa y llevarse sus despojos»; vengarse de los criollos y, sobre todo, de los hermanos Rodríguez.

  • 24 Francisco Acquacho, originario de Chacacollo, declaró que el objetivo era destruir la Villa. Tomas (...)

127Un ejemplo elocuente fue la declaración de Casimiro Ramos, mulato ladino, natural de Salta, que trabajaba desde hacía tiempo con los indios de Sillota; vino con ellos a atacar la Villa y oyó decir a los indios que tenían como objeto «matar a los criollos, exterminar la Villa, que entrar a la Villa les servirá de almuerzo y que les serviría de comida hacer lo mismo con Potosí, de merienda Chuquisaca y que rematarían cenando con Cochabamba»24. Acabar con los criollos y con las ciudades era la línea del norte, una línea claramente campesina e indígena.

128Pero, además, algunos de los prisioneros se manifestaron también en contra de los sacerdotes, incluyéndolos en las listas de sus posibles eliminados. Así, por ejemplo, Micaela Orcooma, prisionera de 40 años, natural de Toledo, que vino a Oruro con los invasores «como cocinera y a lanzar piedras» declaró que el objetivo de la sublevación era:

  • 25 A.G.I. Charcas 601.

«quitar las cabezas de Su Merced, el señor Justicia Mayor, y de sus hermanos y a los señores sacerdotes rasparles las coronas y mandar las cabezas al cacique rebelado Túpac Amaru que así se sosegarían y no tendrían enemigos que levantasen armas contra ellos»25

129Los indios yanaconas de Sillota tenían como objetivo terminar con todos los habitantes de la ciudad, exceptuando a los que fueran indios, a quienes, en todo caso, se debía castigar. No sólo se manifestaron contra los curas, sino también contra imágenes, como la de la Virgen del Rosario de Santo Domingo, seguramente porque estaba identificada con cofradías de la clase dominante.

130Eusebio Padilla, minero natural de Oruro, de 25 años, declaró que estando en el mineral de La Joya (jurisdicción de la Villa) halló que dos indios capitanes convocaban gente a pedimento de los indios de Sillota con el objeto de:

  • 26 Ibídem.

«atacar la Villa, matar al Justicia Mayor y sus hermanos, cortarle la cabeza a la imagen de Nuestra Señora del Rosario (Santo Domingo), matar a españoles, mestizos, negros, a todos, a excepción de los indios tributarios que los habían de tener amarrados mientras durase la batalla y que, acabada ésta, dándoles 50 azotes, incorporarlos a sus pueblos... Oruro de almuerzo y quitar de medio a los Rodríguez y a la bruja de Nuestra Señora del Rosario. Preparar la situación para cuando llegase el cacique Túpac Amaru»26.

131En definitiva, la destrucción de la Villa era un objetivo inmediato, tenía también la finalidad de preparar el terreno hasta la llegada de Túpac Amaru. En la región de Oruro, el objetivo político estaba mucho más claro que en la propia capital de la rebelión.

132Ni en la invasión del 9 de marzo ni en la del 18 de ese mes intervinieron las comunidades del sur. Santos Mamani, el líder de Challapata, llegó a las cercanías de Oruro cuando ya se habían cumplido las primeras invasiones y resultado la consiguiente mortandad.

133Indignado por la que juzgó traición de los criollos, escribió una violenta carta a Jacinto Rodríguez, manifestándole su dolor por el rompimiento, pero, a la vez, intimándole rendición. Pero la respuesta de don Jacinto lo convenció y Santos Mamani partió a Arque, a colaborar con los sublevados de esa región. Cuando volvió, nuevamente se encontró con los resultados desastrosos de la segunda invasión. Por tanto, decidió realizar su propio ataque a la Villa. Los objetivos de entonces, como los que tenían desde el principio de la sublevación, eran mucho más profundos que los que tenían los del norte, aún cuando su táctica era más moderada.

134Santos Mamani, líder de Challapata, pensaba así respecto de los objetivos de la misma, una vez dada la ruptura:

  • 27 Santos Mamani le manifestó lo transcrito al cura Fray José Cervantes. A.G.I. Charcas 601.

«Si no sabía (se dirige a su interlocutor) que era llegado el tiempo en que habían de ser aliviados los indios y aniquilados los españoles y criollos a quienes llaman caras... porque ellos sin pensiones ni mayor trabajo eran dueños de lo que ellos trabajaban bajo del yugo y apasionados con muchísimos cargos y aquéllos lograban las comodidades y los indios estaban toda la vida oprimidos, aporreados y constituidos en total desdicha»27.

135A principios de abril, se dio el tercer intento de tomar la Villa, esta vez dirigido por los comuneros de Challapata. Fracasado el intento y tomados prisioneros sus principales dirigentes, todos manifestaron como sus objetivos primordiales los de carácter económico-social: la supresión de todas las pensiones, la apropiación de las tierras, de las minas y de los ingenios. Para que todo ello pudiera darse, era necesario el desconocimiento de toda autoridad, civil y religiosa, la destrucción de la Villa y la implantación del gobierno de Túpac Amaru, como única garantía de que el cambio económico se daría a continuación.

  • 28 A.G.I. Charcas 601.

136Francisco Mendoza, natural de Challapata, ayllu llave, de 38 años, declaró que los objetivos de los sublevados eran: «Desahogarse de las continuas pensiones de tributos, repartos, y otros muchos que recaen sobre los miserables indios». Añadía que, para esto, era necesario aniquilar la Villa y sus moradores28.

  • 29 Otras declaraciones similares: Ventura Arroyo, de 26 años, natural de Peñas, declaró que «al haber (...)

137Mateo Alejandro, de 60 años, natural de Las Peñas, se sumó a la invasión incitado por el indio Ventura Arroyo, que le aseguró que la Villa ya estaba tomada, «que se librarían de las pensiones, de repartos y tributos con que los tenían muy oprimidos los corregidores, que lo mismo se hacia en La Paz hasta la llegada de Túpac Amaru»29.

138Francisco Xavier Condori, alcalde de 62 años del ayllu Sullca del repartimiento de Challapata, preguntado sobre cuál había sido el motivo para que los indios atacaran la Villa, respondió:

  • 30 A.G.I. Charcas 601.

«Nos movió el deseo de saquear la Villa para aliviar nuestras necesidades... Esto fue lo que en mucha parte alentó la gente a la empresa... y también la esperanza de ver arruinada esta Real Caja y sus ministros, ya no se trataría de la cobranza de los reales tributos ni otros derechos reales hasta la llegada de Túpac Amaru»30.

139Otro de los objetivos fundamentales, muy enraizado sobre todo en los comuneros de Challapata, fue el de apropiarse de las haciendas circunvecinas. Francisco Barco, uno de los principales tumultuantes de las tropas de Poopó, declaró que el objeto de la sublevación era «tener la propiedad total de las haciendas». Casi todos los prisioneros de Challapata declararon lo mismo. Nicolás Colque, por ejemplo, del ayllu Tacagua, de 40 años, declaró respecto a los objetivos de la revolución:

  • 31 Francisco Flores Ibarra, cabecilla de Poopó, cuando fue preguntado sobre cuáles eran los fines pri (...)

«Toda la gente decía que se iban a resistir a pagar tributos y repartos hasta que reinase Túpac Amaru, bajo cuyo gobierno quedarían exentos de pagar tales pensiones. Eso mismo llevó a los indios de Ancacato a matar al cacique Chungara. Él (Colque) creía en ello y, aunque se resistió a concurrir a la invasión en la quebrada de Arque, a la de la Villa le fue inexcusable su venida tanto porque no se le notase su total omisión cuanto porque tenía esperanza que de resultas de ella había de quedar menos apensionado y tal vez mejorada su fortuna (...) y aumentar sus tierras, ya que ya habían conseguido las tierras que fueron de su cacique Ambrosio Condori y las de Huancané, infiriendo el mayor provecho de su comunidad»31.

140Varios de los prisioneros plantearon también como uno de los objetivos la apropiación de minas e ingenios. Antonio Herrera, por ejemplo, natural de la doctrina de Sora Sora, de oficio viajero y con 51 años de edad, opinó que el objeto de la sublevación era «acabar con los vecinos de esta Villa para que las minas e ingenios corriesen a cuenta del común y las demás haciendas se compartiesen». Patricio Figueroa, mestizo, de profesión beneficiador, residente en Poopó, se unió a los sublevados por temor ante las incitaciones del hilacata, según su declaración. Él consideraba que el objetivo de los sublevados era que, después de destruir la Villa, «habían de quedar para el común los ingenios y minas y había de seguir el trabajo de su cuenta, con la plata y azogues de la Caja Real». Pedro Miranda, criollo, residente de Sora Sora, acusado de haber servido de amanuense a los sublevados, opinó que, «por todas prevenciones, pudo darse cuenta de que el objetivo de los indios era arruinar la Villa y que el común de los indios quedase absoluto en el dominio de toda la hacienda y labores de mina». Es interesante observar que este objetivo era planteado por comuneros que residían en zonas mineras como Poopó y Sora Sora.

141Como ya se vio, los objetivos que buscaban una profunda transformación económica y social estaban ligados a una profunda transformación política: la instalación del gobierno de Túpac Amaru. Esto era un requisito indispensable para lograr la revolución social. La mayoría de los sublevados ligó el objetivo de la instalación del gobierno de Túpac Amaru con la reivindicación económica, pero otros plantearon como objetivo central la instalación del nuevo gobierno.

  • 32 En el mismo expediente de Archivo General de Indias. Charcas 601.

142Ventura Valencia, originario del ayllu llave, de Challapata, afirmó que fue presionado «para venir a dar guerra a la Villa» y por los alcaldes de la parcialidad «que apercibieron a todos los indios que se aprontasen previniéndoles ser orden de Tupamaro que actualmente se halla guerreando en la ciudad de Cuzco y que era preciso ayudarle por lo que se resolvió el declarante venir a esta Villa...». Los jueces volvieron a preguntarle si realmente creía que la orden era de Túpac Amaru. Valencia respondió que sí y que «en esa virtud había venido, con la resolución que lleva expuesta, por estar entre ellos muy válida la voz de que aquél se había de coronar y regir estos dominios»32.

  • 33 Ibídem.

143Diego Mamani, un anciano de 60 años, natural de Challa-collo, del ayllu llave, declaró que los indios de Paria, Ichoco y Sillota, lo condujeron para que ayudase en las invasiones ofreciéndole parte de la distribución de los despojos y mejorar la situación del común y, aunque por sus años pensó no mezclarse, vio que todavía se conservaba robusto y se adhirió a la empresa. En cuanto al objetivo político, declaró, un tanto contradictoriamente: «No pensé cosa alguna contra el Rey y contra esta República; pensé, como todos los indios lo decían públicamente, que destruida la Caja Real de esta Villa y quitada su población, ya no habría tributos ni pensiones y por cumplir las órdenes del que decían los indios ser su Monarca y que guerreaba en el Cuzco»33.

144Luego del último frustrado intento de tomar la Villa de Oruro, las comunidades capitularon paulatinamente; para que su rendición fuera aceptada, entregaron a los cabecillas principales. Así cayeron los principales de Challacollo. Mateo Guaca, el principal, ladino y que sabía leer y escribir (una excepción entre los prisioneros) simplemente reconoció ser autor de convocatorias y seguidor de Challapata; pero no dijo nada sobre los objetivos. En cambio, otros prisioneros de Challacollo declararon al respecto.

145José Chinchi, natural del ayllu Taraco (Challacollo) declaró que la razón que lo llevó a sumarse a la sublevación eran:

«las noticias que corrían que Tupaamaro iba ir a esas partes y los naturales quedarían libres de las pensiones que cargaban y que para su efecto se matase a todos los españoles... Su ánimo fue morir o vencer que así lo prevenían las órdenes de Challapata».

146Ascensio Taquichiro, natural del ayllu Cupi (Challacallo), de más de 30 años, declaró respecto a los objetivos, que consistían en «entrar a incendiar la Villa y matar a los moradores sin dejar alguno que no fuese indio que a éstos sólo mandaba reservar el cormún para lograr los fines de la libertad y absoluto dominio». Buscaban, además, «vengar los agravios que los vecinos habían inferido a los de Paria».

  • 34 Ibídem.

147Diego Aguacho, natural del ayllu Taraco (Challacollo), de cerca de 50 años, nombrado capitán de indios por el gobernador Mateo Guaca, coincidió con las anteriores declaraciones: «Aliviarse con las haciendas, despojadas y vivir con más sosiego»34.

148Los indios de Lequepalca entregaron igualmente a los cabecillas de dicha estancia de la doctrina de Paria a tiempo de su rendición, el 18 de abril. Uno de ellos, Andrés Colque, declaró, en cuanto a los objetivos de la sublevación, que en el primer movimiento, el 10 de febrero, el designio era uno solo: «Matar a los europeos». Pero en las invasiones posteriores el fin era:

  • 35 Los otros cabecillas de Lequepalca declararon en forma similar. Bartolomé Mamani: «El fin era acab (...)

«quitar la vida a todos los moradores de la Villa por orden del capitán Ascensio Mamani porque los de esta Villa habían levantado armas contra ellos y era justo se acabase con ellos y principalmente a Su Merced (Jacinto Rodríguez)»35.

149En mayo de 1781, fueron entregados otros cabecillas de la sublevación de diferentes lugares, incluidos Santos Mamani, de Challapata, y Crispín Mamani, de Sillota, principales cabecillas de la sublevación. Con las declaraciones de todos ellos, se confirmaron los objetivos económicos y políticos de los sublevados.

150Los principales de la estancia de Cullcupampa, propiedad de Clemente Menacho, declararon al respecto.

151Francisco Churqui: Arruinar la Villa, acabar con sus habitantes, esperar a Túpac Amaru con la esperanza de que éste como Rey, los liberaría de las pensiones.

152Alejo Mendoza: Acabar con la Villa, con sus moradores, tomar sus caudales que era orden de Túpac Amaru a quien esperaban por horas; “en las juntas de indios no se trataba más que de él, a quien suponían Rey”.

153Cruz Fabián: acabar con los moradores, tomar los caudales, que los de Mohoza e Ichoca le habían manifestado que tal era la orden de Túpac Amaru.

154Andrés Cuchillo: «El ánimo o resolución que traían era quitar la vida a los moradores».

  • 36 A.G.I. Charcas 601. Expediente 6

155Coincidieron, por tanto, los cuatro en que sus objetivos eran acabar con la Villa, con sus moradores, tomar los caudales porque tal era la orden de Túpac Amaru a quién esperaban como Rey y que los liberaría de las pensiones y cargas a que estaban sometidos36.

156Nicolás López, de la estancia de Iroma, presentado como cabecilla por los naturales de Lequepalca, capitán de Iroma, doctrina de Paria, preguntado por los objetivos, destacó la relación con Túpac Amaru y que iba a venir, dominar todo y apropiarse de las haciendas para el común.

157Los dos cabecillas de Colque, presentados también en mayo, fueron muy claros en delinear los objetivos políticos, económicos y sociales:

158Agustín Choque, natural del ayllu Urabe de Colque: Con el reinado de Túpac Amara quedarían libres de las pensiones y serían dueños de las haciendas que poseían los españoles.

159Tomás Calle, natural del mismo ayllu; destruir la Villa, apropiarse de los caudales y esperar «a su Rey Túpac Amaru, con cuya venida se prometían ser señores de todas las haciendas que poseían los españoles y que ya era el tiempo en que se acababa el gobierno de España».

160Melchor Cuysara, natural del ayllu Andamarca de Challapata y entregado junto a Santos Mamani como cabecilla, declaró brevemente que los objetivos de la revolución eran arruinar la Villa, apoderarse de las riquezas, y esperar a su Rey, Túpac Amara.

161Pedro Choque, natural del tambo y estancia de Peñas, provincia de Paria, entregado también como cabecilla, dio una amplia explicaciór sobre las causas y objetivos de la rebelión:

  • 37 Todas estas declaraciones y las siguientes en el mismo expediente.

«El origen y causa de este alzamiento fue porque esperaban al cacique Tupaamaro que lo tenían por su Rey y se libertarían de la carga de tributos y que todas las haciendas de los españoles quedarían repartidas por los indios como repetidas veces lo resolvían en las consultas que hacían...
Apropiarse de los caudales y haciendas de los españoles. El principal proyecto de dicho alzamiento fue libertar las provincias del gobierno tirano de corregidores, caciques y alcaldes y que éste sólo corriese por un indio capitán que nombrase la comunidad...»37.

162Lucas Flores, natural de la hacienda de Querarani, provincia de Sica Sica, declaró que los objetivos centrales eran apoderarse de todos los caudales por orden de Túpac Amaru y que así quedarían libres de pagar los tributos.

163Manuel Cruz, de la misma hacienda, confirmó esa visión; pero añadiendo objetivos políticos: acabar con la Villa y sus moradores, seguir órdenes de Túpac Amaru, porque de ese modo se librarían de pagar tributos y «de la tiranía de los corregidores y caciques».

164Manuel Cama, del Tambo de la Venta y Media, asistió a la invasión del 2 de abril con el ánimo de destruir la Villa; arriero de ocupación, no veía otro objetivo que ese.

  • 38 A.G.I. Charcas 601. Confesión de 15 de mayo de 1781.

165Lucas Guaigua, del mismo tambo, también había venido con las tropas rebeldes en la última ofensiva con el «intento de destruir y aniquilar esta Villa»; pero, además, porque era acuerdo común «para posesionarse de todas las haciendas y bienes de los vecinos en que creyó no haber dificultad como lo aseguraban muchos, sin reservar el Tesoro Real, porque éste se había de convertir en beneficio de todos los naturales y después habían de quedar libres, si no de todo, de la mayor parte de los tributos y de todas las demás pensiones con cuya noticia venían como llovidos los indios de su provincia»38.

  • 39 Ibídem.

166Mateo Santos, del anejo de Guancarama, doctrina de Challacollo, participó, como muchos, en la segunda invasión a la Villa; «el fin con que fueron venidos a esta Villa era de acabar con todos los moradores y hacerse señores de ella, según la orden de su Rey Tupaamaro, que éste mandaba se quiten la vida de todos los criollos españoles y sus haciendas entrasen en poder de los indios, y que en adelante no habría en el reino cosa que no fuese de ellos; que así también tenía mandado su virrey (Túpac Catari) que ya estaba en los altos de La Paz»39.

  • 40 Ibídem.

167Ramón Colque, de la doctrina de Paria, mató al dueño de su estancia de Calapata con los demás indios «con el fin de quedarse con las tierras y que su capitán, Lorenzo Mamani, ya difunto, les impuso que todas las haciendas quedarían para los indios, quitando las vidas a sus dueños, que así tenía mandado su Rey Tupaamaro (...) y el espíritu y la esperanza con que emprendieron asaltar la Villa fue el quedarse con ella devorando a sus moradores y esperar con todos sus caudales a su Rey, el rebelde Tupaamaro»40.

  • 41 Ibídem.

168Vicente Quispe, de Poopó, consideraba que el ataque a la Villa se debía a que querían «destruirla enteramente y, posesionados de ella, como de sus caudales, esperar a su Rey, al rebelde Tupaamaro»41.

169Crispín Mamani, caudillo máximo de Sillota y en general de la sublevación, fue muy breve en su confesión. Cuando fue preguntado sobre el fin que buscaba con las invasiones de la Villa respondió:

«Que la intención que traían era destruir enteramente todo el vecindario y aprovecharse de todos los despojos y haciendas de los españoles, que se habían de aplicar a el común de los indios, y éstos quedar sujetos a la obediencia del cacique Tupaamaro que habían de reconocer y jurar por su Rey».

  • 42 Ibídem.

170Agregó que, por edictos del cacique que se difundieron en Sillota, La Joya y otros lugares, sabían que sólo pagarían un tercio de tributos: el de San Juan. Con la esperanza de que todo ello se cumpliera todos los de su estancia habían seguido la sublevación.42.

171Santos Mamani, el máximo líder de la región, declaró el 25 de mayo de 1781. Afirmó que, al inicio de la sublevación, se tenía como objetivo que no se pagasen los repartos. Según el caudillo, la gente que preparó la tercera invasión a la Villa tenía como objetivo:

«cargar con toda la Hacienda Real que existía en estas Cajas y con las de los vecinos, pues habían conferido quedar absolutos señores de cuanto había aplicando el común minas, ingenios y cuanto estaba a la vista...».

  • 43 Ibídem.

172Cuando se le preguntó el porqué de la muerte del cacique Lope Chungara, respondió que le dieron muerte «porque quiso entablar la paga de los tributos, de que los había impuesto el hermano de Catari estaban libres». Otro detalle interesante que anotó Santos Mamani en torno a los objetivos es que, estando en campaña entre Arque y Colcha, «le buscaron el teniente de cura y dos religiosos sacerdotes a hacerle cargo de que por sedición suya había resistido la gente de allí (Ingenio Pacopampa) a confesarse y aun a oír el Santo sacrificio de la misa y, por dar satisfacción en contrario, se demoró»43.

173En conclusión, puede afirmarse que la sublevación indígena en Oruro tuvo objetivos de alcanzar cambios profundos en lo político, económico y social; establecer el gobierno de Túpac Amaru, suprimir las pensiones a las que estaban sometidos y apropiarse, para el común, de haciendas, minas e ingenios, arrasar con la Villa y con sus pobladores.

174Los criollos orureños, aliados por muy breve tiempo de los rebeldes, luego de la ruptura y de su victoria, resumían así los objetivos de los indígenas:

  • 44 A.G.I. Charcas 601. Ants. de Jacinto Rodríguez de 18 de marzo de 1781.

«Apóstatas de la fe católica, han vertido escandalosas proposiciones contra ella».
«Se han rebelado contra el soberano».
«Han querido sacudir el yugo de la subordinación a las leyes divina y humana».
«Apoderarse de la Real Hacienda y de las haciendas de los vasallos».
«Apoyo al sedicioso cacique, a quien atribuyen la dignidad y dominio que residen legítimamente en quien la mano del Altísimo (hace más de dos siglos) los tiene colocados»44.

175La declaración de Antonio Ramos Chaparro, anciano de más de 60 años, resumía los objetivos y la pesadumbre de los rebeldes por la derrota:

  • 45 Ibídem.

«Quedar en posesión de las tierras que hace muchos años les han usurpado los intrusos, pues habían sido desde antiguo de la comunidad de su pueblo; con el pretexto de haberse venido por demasías de cuenta del Rey, se han quedado con ellos y se han compartido entre tantos dueños que les incomodan mucho a todos los suyos (Challapata), lo que le ha estimulado a verse libre de ellos y por ello ha comunicado a los de su ayllu los arbitrios que le parecían a propósito para cumplir su deseo y porque a todos les conviene aprovecharse de lo que es suyo (...). Por ello, impidió como anciano que se leyese en su pueblo la respuesta de esta Villa para que establecieran las paces porque de este modo ya no se restituirían sus tierras y por lo mismo resolvió venir a alentar a los suyos para dar la guerra contra esta Villa (...). Ese es mi único delito y haber creído que acabada esta Villa ya no se pagarían tributos ni otros derechos y que mi común seria dueño de todo... Por desgracia, nada ha tenido efecto»45.

176Este es el epílogo de una profunda historia, epílogo, que pese a todo, no pretende dejar en el lector un sentimiento pesimista, si no el firme convencimiento de que el mensaje americanista del Inca José Gabriel Túpac Amaru tiene todavía plena vigencia y que, en la actualidad, tiene una mayor convocatoria.

177En este continente, especialmente en países como Bolivia, su mensaje cobra aún más fuerza que el del Libertador Simón Bolívar, porque involucra a todos los americanos sin distinciones étnicas. No se trata sólo de una alianza de países latinoamericanos, sino, utilizando términos actuales, de una profunda alianza intercultural que involucra a pueblos originarios, negros, mestizos y criollos.

Capítulo XXV. Sublevación indígena y rebelión criolla: epílogo y conclusiones (2024)
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